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Temas: Medicina y salud; Infraestructura científica y tecnológica: Instituciones educativas y de investigación; Ubicación: Centro; Periodos históricos: Época novohispana

Santa Cruz Tlatelolco

En los inicios del periodo virreinal, el Imperial Colegio de Santa Cruz Tlatelolco destacó como un proyecto para la educación y evangelización de la élite indígena y como un espacio de creación de conocimiento del mundo natural. De lo que fue este colegio se conserva la Caja de Agua, que sirvió para dotar de este vital líquido a los habitantes del conjunto arquitectónico construido por los franciscanos con materiales extraídos de las edificaciones prehispánicas. También, se preservan algunas obras fundamentales que dan cuenta de los intensos intercambios de saberes y prácticas médicas europeas e indígenas que se dieron en este espacio, si bien en un entorno de imposición colonial. José Pardo-Tomás incita en esta entrada a tan interesante apreciación de la ciencia, la tecnología y la medicina en Tlatelolco. 

  • Se inaugura el Colegio de Santa Cruz Tlatelolco. Este colegio queda a cargo de la orden de los franciscanos del convento de Santiago Tlatelolco.

  • Se elabora el Libellus de medicinalibus indorum herbis, también conocido como “Códice de la Cruz-Badiano”.

  • El Colegio de Santa Cruz deja de existir, pero el convento de Santiago Tlatelolco continua funcionando.

  • El Colegio de Santa Cruz reabre y vuelve a aceptar a indígenas de la nobleza para educarlos y adoctrinarlos.

    El convento de Santiago Tlatelolco continua coexistiendo con el colegio.

  • El convento es empleado como prisión militar.

  • La iglesia que se encuentra en el convento de Santiago Tlatelolco cierra debido a la llamada Guerra de Reforma.

  • Se inician las labores arqueológicas del recinto de Tlatelolco.

El Imperial Colegio
de Santa Cruz de Tlatelolco:
Medicina, ciencia y tecnología
en los inicios del Virreinato

Exterior del edificio actual 3

Crédito: Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

En este lugar estuvo el Imperial Colegio de la Santa Cruz. El exterior del edificio actual apenas tiene que ver con lo que fue la sede del Colegio desde su fundación en 1536. La fachada que da a poniente es fruto del traslado de la arcada del antiguo Tecpan de Tlatelolco, situado a pocos centenares de metros más a poniente y que fue la sede del gobierno de la comunidad indígena de Santiago-Tlatelolco durante todo el Virreinato.

El resto del edificio, especialmente su patio interior y las arcadas que lo delimitan, fue construido a mediados del siglo XVIII, aunque ahora aparece muy restaurado tras los numerosos usos y abandonos sufridos a lo largo de los siglos XIX y buena parte del XX.

En cambio, el interior del edificio guarda un auténtico tesoro arqueológico, que aunque entonces quedaba al exterior, estaba estrechamente relacionado con el Colegio y el convento que, junto a la iglesia de Santiago, formaban el conjunto arquitectónico creado por los franciscanos –prototípico de la llamada “arquitectura de la conversión”– con los materiales procedentes de la demolición del centro ceremonial prehispánico de México-Tlatelolco, situado aquí mismo, como se puede contemplar por las estructuras sacadas a la luz gracias a una intensa labor arqueológica iniciada en 1944.

Exterior del edificio actual 1

Crédito: Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

El tesoro al que aludimos es la Caja de Agua, construida para suministrar agua corriente al conjunto iglesia-convento-colegio, así como para la huerta y otras necesidades de consumo hídrico de frailes, colegiales y personal indígena encargado de los servicios. Así que se trata de un tesoro, no sólo de valor arqueológico, sino también tecnológico y medioambiental. El rescate de la Caja de Agua, iniciado en 2002 bajo la dirección de Salvador Guilliem Arroyo, ha permitido, entre otras cosas, aproximarse a lo que pudo ser la ubicación, la arquitectura e incluso la decoración del desaparecido edificio del Colegio, que en sus inicios no debió pasar de unas modestas construcciones adyacentes al convento y no muy alejadas de la Caja. Los elementos visuales ejecutados en las paredes internas del depósito de agua resultan impresionantes y evocadores; con sus escenas de caza y pesca en el entorno del lago, de fauna y flora de la cuenca lagunar y, sobre todo, con su particular estilo suma de técnicas prehispánicas y de lo aprendido por los tlaquiloque (pintores-escritores) tlatelolcas, tras su forzada conversión al cristianismo, consecuencia inmediata de aquel 13 de agosto de 1521 en que –aquí mismo, en el centro neurálgico de la ciudad de México-Tlatelolco– fue vencida la última resistencia mexica a las tropas de Cortés y sus aliados. La ejecución de los frescos de la Caja de Agua data de los mismos años fundacionales del Colegio. Esos años clave coinciden con la Segunda Audiencia de México y la llegada del primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, a finales del año 1535, semanas antes de la inauguración oficial de las enseñanzas, que tuvo lugar el día de Reyes de 1536.  

La historia que se fue construyendo en torno al Colegio de Santa Cruz puso el foco en la fuerte impronta franciscana del proyecto y la intensa intervención de los frailes del convento de Santiago en su marcha cotidiana. Este sesgo condicionó el significado que se le dio al Colegio, así como su valoración en el sentido de un supuesto fracaso de su proyecto educativo, achacado –según las preferencias ideológicas o las simpatías nacionalistas de cada cual– ora al milenarismo y utopismo de los frailes docentes, ora al desinterés y desafección de los discentes, jóvenes pertenecientes a las élites indígenas de las comunidades de la cuenca lagunar. En los últimos tiempos, sin embargo, las interpretaciones históricas acerca del proyecto educativo del Colegio y de su inserción en el complejo contexto de las primeras décadas de la colonización hispánica, han conseguido despegarse de ese sesgo y plantear nuevas miradas. Así, la historia del Colegio de Santa Cruz se ha enriquecido con el renovado interés en las realizaciones iniciales más sobresalientes, que lo convirtieron en un espacio de creación de conocimiento acerca del mundo natural que lo rodeaba y de sus pobladores antiguos.  

Historiadores como Enrique González González han subrayado el fuerte apoyo de las autoridades civiles comenzando por el presidente de la segunda Real Audiencia, Ramírez de Fuenleal– al proyecto de dotar a los jóvenes de las élites indígenas de una educación superior según los criterios de la cultura universitaria europea de la época. Este carácter se reforzó con el apoyo del virrey Mendoza, a lo largo de los quince años de su gobierno. Estos apoyos conectaron el proyecto docente del Colegio con el que cristaliza, a partir de 1553: la fundación de la Universidad, inicialmente abierta a criollos e indígenas. Y aquí es donde estas nuevas miradas –que proceden de disciplinas diversas, desde la arqueología y la antropología a la historia de la educación y la historia del arte– interesan muy directamente a la historia de la medicina y de la ciencia novohispana en época colonial, como comentaremos a continuación.  

El Colegio de Santa Cruz fue el espacio de producción de dos de las obras cumbre acerca del conocimiento del mundo natural en el entorno mesoamericano prehispánico. Así como la estructura edilicia es ejemplo destacado de la “arquitectura de la conversión”, estas dos obras permiten comprender cómo se construyó una “medicina de la conversión”, hecha a base de una original mezcla de los recursos, saberes y prácticas de la medicina prehispánica y de la medicina hipocrático-galénica incorporada por los nuevos colonizadores. 

Exterior del edificio actual 2

Crédito: Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

Consultar estas dos obras sigue siendo imprescindible para asomarnos a ese conocimiento y para comprender el alcance de la ciencia natural creada a partir de la conquista y la cristianización forzosa de los habitantes del virreinato de la Nueva España, entidad geopolítica que se constituye al mismo tiempo que la creación del Colegio.

La primera de ellas es el Libellus de medicinalibus indorum herbis (Librito de las hierbas medicinales de los indios), una sintética enciclopedia del saber medicinal acumulado por el veterano tícitl (médico) de Tlatelolco, bautizado como Martín De la Cruz tras la derrota mexica. Tomando como base ese profundo conocimiento derivado de una prolongada práctica médica y del dominio de las medicinas prehispánica y europea, se elaboraron casi dos centenares de ilustraciones para acompañar las recetas de los remedios elaborados con plantas. Estos dibujos polícromos son un elocuente testimonio del dominio que los tlaquiloque, formados en el entorno del Colegio, tenían de las técnicas de representación de las plantas, provenientes tanto de la tradición familiar ancestral de su oficio, como del aprendizaje a partir de lo observado en las imágenes traídas por los evangelizadores. Las explicaciones sobre las enfermedades y los remedios aportados por las plantas fueron traducidas al latín por un joven indígena de Xochimilco educado en el Colegio: Juan Badiano. Por eso el Libellus es conocido también con el nombre de “Códice De la Cruz-Badiano”. Su elaboración fue relativamente rápida, puesto que obedecía al encargo de fabricar un regalo para el soberano español. El libro debía ser transportado en la flota que partía de Veracruz a mediados de 1552 por el principal comandatario de la obra, Francisco de Mendoza, hijo del que hasta hacía bien poco había sido el virrey de México y sostenedor del Colegio. Antonio de Mendoza había partido para hacerse cargo del Virreinato del Perú, pero su hijo debía regresar a España para, entre otras cosas, ocuparse de los negocios familiares, no por casualidad vinculados al tráfico de especias y simples medicinales entre las dos orillas del océano. El Libellus se concibió, circuló y resignificó en medio de una compleja red de personajes, intereses e intercambios, lo cual muestra su dimensión global.  

La segunda obra, en cambio, obedeció más estrechamente a la interpretación franciscana de la labor de cristianización del mundo mexica. Nos referimos a la Historia general de las cosas de la Nueva España, que tuvo una elaboración mucho más larga y que dio como resultado una obra mucho más extensa, organizada bajo el designio del fraile Bernardino de Sahagún. Pese a que la finalidad de la obra no era –ni mucho menos– lo que hoy podemos considerar como científica, médica o antropológica, lo cierto es que en el peculiar intento de penetrar en la cosmovisión mesoamericana para poder llevar a cabo con éxito la conversión al cristianismo de los indígenas, Sahagún hizo acopio enciclopédico de los conocimientos de éstos sobre los cielos, el mundo natural, la flora, la fauna, la gea y los saberes tecnológicos de quienes las explotaban, así como sobre el cuerpo humano y sus procesos de enfermar y sanar. Todo ello fue escrito inicialmente en el náhuatl alfabetizado (que los mismos frailes habían creado) y acompañado de centenares de imágenes. Textos e imágenes que, bajo la supervisión de Sahagún y respondiendo a sus intensos interrogatorios, elaboraron los más experimentados tlamantinititici y tlaquiloque, entre los que destacaron, de nuevo, los tlatelolcas. Porque, de hecho, buena parte de la trastienda de la Historia tuvo lugar entre los muros del Colegio de Santa Cruz. 

Estas dos obras muestran que el Colegio de Santa Cruz fue un espacio donde se produjeron intensos intercambios de conocimientos entre indígenas y colonizadores, sin olvidar que se dieron en un entorno de imposición del poder colonial y de su religión cristiana. Otros enfoques nos permiten apreciar en este espacio la ciencia, la medicina y la tecnología originadas en las primeras décadas del período virreinal de la historia de México. 

Iglesia de Santiago Tlatelolco

Crédito: Secretaria de Cultura, INAH , SINAFO, Fototeca Nacional. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia

Para saber más:

  • Afanador, María José. (2011). Nombrar y representar: escritura y naturaleza en el Códice de la Cruz-Badiano, 1552, Fronteras de la Historia, Núm 16, pp. 13-41. 

  • González González, Enrique. (2011). “Los usos de la cultura escrita en el Nuevo Mundo. El Colegio de Tlatelolco para indios principales (siglo XVI)”, Estudios. Revista de Historia Moderna, Núm 37, pp. 91-110. 

  • Hernández, Esther y Pilar Máynez (eds.). (2016). El Colegio de Tlatelolco. Síntesis de historias, lenguas y culturas. México: Grupo Destiempos. 

  • Ocaranza, Fernando. (1934). El Imperial Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco. México. 

  • Vera Castañeda, Julio. (2019). “Hierbas medicinales y semiosis colonial: Ilustraciones indígenas en dos manuscritos novohispanos sobre la naturaleza americana del siglo XVI”. Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria, 27-1: 188-207.

  • Historia general de las cosas de Nueva España. Disponible en: https://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/20/ 

  • Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis.

    Disponible en: http://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/codice:851#page/21/mode/2up 

Ubicación

Datos para el visitante

Almacenes 92, Cuauhtémoc, Cuauhtémoc, 06900 Ciudad de México, CDMX

El Colegio de Santa Cruz Tlatelolco actualmente ya no existe, pero puedes visitar la fachada de lo que fue esta institución educativa. El lugar está abierto al público.

Autor

José Pardo-Tomás

Institución Milá y Fontanals de Investigación en Humanidades, CSIC-Barcelona

Doctor en Historia de la Ciencia por la Universidad de Valencia. Actualmente, labora como investigador en la Institución Milá y Fontanals de Investigación en Humanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sus líneas de investigación son: historia de la ciencia, la medicina y la historia natural en el México colonial y la modernidad temprana. 

Galería de imágenes

  • Iglesia de Santiago Tlatelolco

    Crédito: Crédito: Secretaria de Cultura, INAH , SINAFO, Fototeca Nacional. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Fotógrafa: María Guadalupe Suárez

  • Exterior del edificio actual 1

    Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

  • Exterior del edifico actual 2

    Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

  • Exterior del edifico actual 3

    Fotografía del Dr. José Pardo-Tomás

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